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sábado, 10 de marzo de 2012

-Literatura zoológica e ilustración zoológica. Ciencia, arte y curiosidad.

Pitón de Saba. Ilustración para la edición de los trabajos zoológicos de Brehm. El drama, el realismo y la presencia de animales temibles o tradicionalmente repulsivos alternados en sus precisas y laboriosas ilustraciones forman parte del atractivo de la obra.



Cocodrilo según bestiario medieval-

-Literatura zoológica e ilustración zoológica. Ciencia, arte y curiosidad.
Arte y ciencia nunca han dejado de mantener extrañas y mutuas relaciones, casi siempre beneficiosas. Así lo hacía constar Jean Dorst, según cita de Madeleine Pinault, en la introducción de un catálogo de los pergaminos y papiros del Museo Nacional de Historia Natural de París. Ha sido una constante de la civilización occidental desde que los hombres de las cavernas pintaron el primer gran bestiario en los muros y techos de sus cuevas. Los motivos que los inspiraron en la representación de animales son misteriosos, pero traslucen una fascinante ambigüedad. Pinault se pregunta:

"Did they undertake these drawings as a form of research, enumerating as it were a list of existing species, or rather were a thir sketches symbolic expressions of a ritualistic or magical character? We shall never know. Whatever the case, these two approaches revealed themselves continually in the many forms of natural history painting up to the nineteenth century, and in fact often converged, even in works whose aim was purely scientific".

El pintor de la historia natural gozó de una extensa área de actividad, particularmente desde finales del siglo XV . Los importantes descubrimientos marítimos facilitaron la propagación de la cultura científica, así como la expansión de jardines medicinales plantados con raras especies y recintos zoológicos ocupados por exóticos animales. Los artistas viajaron extensamente y, en el siglo XVI, intentaron recrear la grandiosidad de la Naturaleza. Las novedosas culturas y extraordinarios animales que encontraron a lo largo de sus expediciones y reprodujeron en sus dibujos contribuyeron al creciente gusto por lo exótico en Occidente.
Los reyes, príncipes, nobles, clérigos de alto rango, ostentadores de cualquier tipo de poder social, crearon salas de curiosidades, las cuales exhibían extraños objetos naturales y olecciones iconográficas de historia natural directamente inspiradas por textos orientales tanto como occidentales. Está claro que la divulgación zoológica, desde la edad media era una atractiva manifestación cultural casi cotidiana en los sectores sociales con tiempo y medios para permitirse dichos acercamientos indirectos a los fenómenos naturales.
Además del mencionado "De arte venandi cum avibus", en el siglo XIII habían habían comenzado a aparecer otras obras de considerable valor. En 1270 se concluían los 29 volúmenes de "De animalibus" de Alberto Magno, y, aunque la ciencia no era todavía ciencia propiamente dicha, la representación de animales adquiría paulatinamente un carácter más y más didáctico, con cierto interés por el detalle que emulase una cierta observación científica.
Desde la Tosacana, Cennino Cennini recomendaba a los pintores de finales del siglo XIV exactitud naturalista a la hora de dibujar y representar animales:

"... copiad y dibujad lo más que podáis directamente de la naturaleza, con lo que podréis lograr un buen estilo en ese dominio".

Esto no es ni más ni menos que el fundamento básico de los modernos estudios naturalistas, sea desde una perspectiva conductista o radicalmente funcionalista. La anotación fiel de las observaciones empíricas y directas de los especímenes, no de sus descripciones anteriores, simple soporte de nuevas anotaciones o enmiendas.
La amplitud de horizontes propia del Renacimiento comenzaba a hacerse patente. Este estudio objetivo del mundo físico era evidente en la primera mitad del siglo XV con Antonio Pisanello, primer gran pintor naturalista al margen de la tradición medieval. La fascinación por los animales estaba vehiculizada a través de los dibujos que los representaban, y la enorme fuerza del "modelo interior" al que hemos aludido anteriormente seducía a estudiosos y artistas al aflorar en seductoras y significativas deformaciones (voluntarias o no) que convertían las ilustraciones de animales en catálogos no sólo de criaturas existentes, sino también en una exposición de criaturas que los hombres creían que debían de existir.
En la segunda mitad del s. XIV, Albrecht Dürer, coetáneo de Leonardo, nos dejó magníficos estudios dibujados de animales: su famoso y archicitado rinoceronte y una llamativa serie de estudios sobre la liebre y sobre la disposición de las plumas en la anatomía del ala de las aves. En Zürich, a la muerte de Dürer, Conrad Gesner tenía doce años, y la huella del maestro, en la forma de su rinoceronte, aparecería en la "Historia Animalium" del zuriqués, quien, tras estudiar medicina, ciencias naturales y autores clásicos en Basilea, París y Montpelier, produjo su gran obra entre 1551 y 1558, dibujando él mismo gran parte de las aproximadamente mil ilustraciones.
La obra de Gesner alcanzó una popularidad paradigmática del éxito de la imprenta y el bestiario adquiría un cariz enciclopédico en el sentido de la asimilación de los anteriores bestiarios y reverentes referencias clásicas. Sin embargo todos sabemos que el concepto de enciclopedia tal y como lo entendemos hoy parte de una concepción cultural propia del s. XVIII. Éste trajo consigo un importante desarrollo de la investigación experimental en contraste con la antigua aceptación acrítica, reverencial, de la autoridad de los clásicos.
Con la ilustración llega a Europa (de forma muy significativa en Francia e Inglaterra) el auge de academias y sociedades científicas. Sin embargo, cabría destacar una profusa predilección por la botánica (¿alguna relación con las vegetales abstracciones, retorcidas y exuberantes, de las manifestaciones ornamentales del barroco?), y lo cierto es que parece ser que las investigaciones zoológicas dieron menos frutos. Pese a ello, se publicaron obras que, cómo no, estaban lejos de abandonar un cometido heredado de las más antiguas: el divertimento, componente esencial del tema que nos ocupa.

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