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jueves, 24 de octubre de 2013

estatuas sonrientes

La escultura y la pintura, además de formas de expresión artística, son oficios que poseen sus particulares exigencias entre las que cabe mencionar el tiempo de ejecución.
A la hora de copiar algo del natural, no cabe duda de que resulta más facil que sea algo que se esté quieto. La representación del movimiento no siempre ha sido exctamente igual que la reproducción precisa de un movimiento congelado en el tiempo, y la aparición de la fotografía supuso un antes y un después al respecto. Sin embargo, en sus inicios, la fotografía exigía largas exposiciones que no permitían reproducir las breves expresiones faciales de un rostro sonriente o de una carcajada, cosa que a base de observación sí habían logrado con pericia los grandes maestros del dibujo, la pintura y la escultura. Los primeros retratos fotográficos muestran rostros serios y estáticos, en analogía con los rostros serios y estáticos fruto de los largos posados de los retratos pictóricos y escultóricos. El rostro serio es prácticamente una norma en la historia del arte. Pedir una sonrisa al modelo es propio de fotógrafos posteriores a la era Kodak, y la moderna publicidad gráfica plagada de sonrisas más o menos cómplices, más o menos insinuantes o más o menos falsas, contrasta con los rostros serios del arte antiguo, de la escultura monumental y ornamental de la Europa civilizada.

Por otra parte, es curioso pensar (y si no, consulten a etólogos, primatólogos y antropólogos) que la sonrisa es una evolución de las expresiones de esfuerzo asociadas a miedo y agresividad en nuestros antepasados.
En todo caso, pese a sus orígenes denotando miedo y sumisión, la sonrisa connota un estado de ánimo amable y por tanto es tan terapéutica como la risa y su descarga de endorfinas saludables.

Conectando con nuestros artículos dedicados a la identificación de rostros y expresividad facial, tema recurrente para múltiples artistas y, especialmente, fotógrafos, nos parece más que oportuno tomar nota de la noticia que reproducimos a continuación y que nos recuerda que la seducción, la persuasión y la publicidad, llevan la sonrisa allá donde sea necesaria.

Mafa Alborés.




El misterioso caso de las estatuas sonrientes


Por  | Dando Guerrilla – dom, 13 oct 2013 09:18 CEST

En un pequeño país dominado por la tristeza ocurre algo insólito: sus estatuas, antes inexpresivas o con rostros enfadados, se ponen de repente a sonreír. Nadie se explica cómo ha podido suceder. Sin embargo, la situación contagia a sus habitantes, que desde ese día comienzan a reírse más y hacen que la felicidad se apodere de sus vidas”.
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Podría ser el argumento de un cuento para niños, pero en realidad es el trasfondo de una original acción de Ambient Marketing desarrollada por la marca de dentífricos Blend-a-Med en Polonia. Con ella buscan demostrar su teoría de que las sonrisas son contagiosas, y que tener los dientes blancos hace que las personas sonrían más.


La elección de Polonia como epicentro de la acción no es casual, ya que un estudio refleja que es uno de los países del mundo donde sus habitantes sonríen menos. Para revertir la situación se les ocurrió la brillante idea de generar las sonrisas menos esperadas: la de los personajes históricos representados en distintas estatuas.
Con la ayuda de un escultor crearon moldes para estas figuras y convirtieron sus rostros malhumorados en caras alegres. La reacción de las sorprendidas personas que lo vieron no fue otra que esbozar una sonrisa. Muchos turistas se pensaron que esa era la expresión real de la estatua, ya que los responsables de la acción crearon incluso postales con su nueva cara.
La acción se completó con el lanzamiento de una aplicación móvil que hacía sonreír a las estatuas si se apuntaba a ellas con la cámara del dispositivo, generando un curioso efecto. Gracias a esta divertida campaña la marca de dentífricos consiguió arrancar un gran número de sonrisasen un país que no puede presumir de expresar mucho sus sentimientos. Un final feliz digno de un buen cuento.

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