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sábado, 5 de abril de 2014

Pintar animales y animales que pintan. La enseñanza del arte y el arte de la enseñanza (III)







Según como se mire. Lo he colgado porque me parece significativo, no porque me sienta identificado con el punto de vista, tan necesario como pernicioso. No creo que elogiar todo lo que uno haga sea positivo. 

La serie de puntos no pertenece a la niña, sino a su profesora ejerciendo de agente o comisaria de arte frustrada soltándole el tópico de "sé tú misma" (nadie lo es) haciendo algo que ni siquiera se le ha ocurrido a ella, y, lo que es peor, repitiendo la misma engañosa pedagogía con un niño que no sabe hacer una línea sin una regla. 

Es la fábula de liebre y la tortuga, malinterpretada tradicionalmente, elogiando el tesón de la tortuga que tiene recompensa en su empeño, despreciando el talento natural de la liebre para correr desinteresadamente. La moraleja no es "lo importante es llegar a la meta", sino que lo importante es el empecinamiento de las tortugas por ganar medallas olímpicas de velocidad por encima del talento de las liebres, que no llegarán a tener cargos de responsabilidad en los organismos deportivos porque se han dedicado a disfrutar del correr en vez de hacer carrera deportiva. 

En el arte también triunfan los que se empeñan en hacer carrera artística independientemente de si tienen talento para ello o no. Los que lo tienen suelen aburrirse de los métodos de la enseñanza artística o de los fines de los oficios artísticos. Sí que es cierto que se trata de un serio aviso para las liebres: si no te lo tomas en serio, no sólo puede aparecer una liebre mejor que tú, sino algo peor: cualquier tortuga de mierda obsesionada absurdamente con el puto "just do it" se llevará los laureles, y, pasito a pasito, llegará a donde quiera: a hacerse rica vendiendo puntos por millones, a presidir el gobierno de un país o ser ministro de educación. 
 No sé si me explico.





 


La verdad es que, aunque en general no comparto el sentimentalismo ñoño que impera entre los que se suelen declarar animalistas o se adhieren a la antrozoología como si fuese una religión y no un punto de vista de la sociología, per por otra parte también me parece absurdo oir reiteradamente afirmaciones del tipo "una de las pocas especies animales que albergan sentimientos" y cosas por el estilo. El antropocentrismo llega a extremos carentes de lógica. 

 Recomiendo la lectura de Donald R.Griffin ("El pensamiento de los animales") quien de forma lógica y desapasionada aboga por la autoconsciencia de los animales sin necesidad de que ello nos lleve a sorpresa. Otro error es asociar las artes plásticas a los sentimientos más que al dominio de la percepción y las formas, algo mucho más técnico o cerebral, si lo preferís, y en el caso de Suda, bastante sorprendente sin lugar a dudas, pero por razones de evolución y cultura, no por falta de sensibilidad o sentimientos, o porque estos sean exclusivos de humanos, elefantes y pocas especies más.

La cuestión es que parece que tenga que ser algo sorprendente que los animales sientan o piensen, sea desde el punto de vista de la ciencia o de quien sea, y, en caso de que piensen, piensan "pero menos", o no "sienten" o "se emocionan", cuando yo creo que primero van las emociones y luego las reflexiones. El tal Donald R. Griffin dice que es más lógico, rápido, práctico, científico, evolutivo...considerar que una larva acuática piensa cuando escoge los granos de arena con los que construye su caparazón que creer que le sale de forma automática, inconsciente o instintiva.

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